domingo, 1 de julio de 2012

Llegó el día que lo dije todo


Incomprensión, desilusión, frustración, angustia, desasosiego, vacío, indignación, rabia, dolor.
No sé qué ha pasado, en qué me he equivocado, cómo un mundo completo y feliz desaparece por arte de un mal truco de magia, de un destino imprevisto (como todos) No soy capaz de hacerme oír, se cierra toda la comunicación, no hay respuestas, de ningún modo y a nada, las mil preguntas se quedan en el limbo imposible de imaginar hace sólo un momento. No me queda otro consuelo que la soledad, mejor amante que se pueda tener.

Sólo hay daño ¿tanto cambian las cosas y las personas? Cómo el amor se revuelve de pronto un perro rabioso? … lo maravilloso del principio se convierte en asombro, incredulidad … frustración … y vacío ….

Idealizamos a alguien sólo para recibir de golpe una bofetada real en pleno corazón.
Preguntamos ansiosos... es necesario al menos comprender para asumir, creemos ilusos, cuando en la mayoría de los casos lo que deseamos es volver a oír su voz una vez más sólo para recibir crueles silencios de nuestro ser ideal …

Poco a poco vemos nuestro ego ahogarse, diluirse, desaparecer en una tormenta inacabable … cuándo voy a dejar de sufrir? ¿Por qué sigo esperando y sufriendo? ¿Por qué se mantiene viva una esperanza que no es más que una quimera? …

Se tarda en salir, a veces mucho, o al menos nos parecen eternos segundos que antes corrían felices al lado de aquel amor que nos llenaba los ojos y el alma … la relatividad del tiempo, el tiempo y el vacío … la incomprensión y la pérdida de dignidad, porque esa es otra … arrastrarse detrás de una sombra de lo que fue y que ahora huye, desaparece …

¿Qué hacer? Qué fácil es decir qué hacer! Sobre todo cuando sabemos que lo único que nos queda es dejar que se consuma la ilusión en el fuego del sufrimiento, con todas aquellas leñas de incomprensión, desilusión, frustración, angustia, desasosiego y vacío. Dejar que se consuma, esperar, aguantar las olas irrefrenables de querer saber y preguntar. De ahí a la pérdida de dignidad hay sólo un paso.

Deja que se consuma, no importa lo duro que sea el paso del tiempo, no importan las lágrimas, éstas juegan a nuestro favor y, mañana, cuando el fuego se apague podremos encontrar entre las cenizas el diamante que fue nuestro corazón. Y los espíritus buenos no habrán cambiado … simplemente serán un poco mejores …

Lo sé, un millón de palabras no te traerán de vuelta, lo sé, porque lo intenté. Tampoco un millón de lágrimas, porque las lloré.


Sólo quiero que todo vuelva a ser como antes.

No hay comentarios: