Muchas veces nos damos cuenta que un amigo necesita nuestra ayuda. Y salimos ciegos y veloces a ofrecerla. Y nos encontramos con un “yo te aviso”, “quizás más tarde”, “no te preocupes”…

Porque debemos reconocer que no todos somos iguales. No pensamos igual. No reaccionamos igual.
Unos somos orgullosos y no nos gusta que nos ayuden. Otros no hacemos las cosas si no recibimos ayuda…
Y si somos buenos amigos, y conocemos cómo piensa nuestro amigo, pues seguro estoy que podremos tomar el camino acertado.
No tomemos decisiones a sin pensar, ni creamos que nos están despreciando o se están aprovechando de nosotros.
Usemos esa vena de psicólogo que todos tenemos dentro para poder analizar qué está pasando y cómo debemos reaccionar.
Y si te ofrezco mi ayuda, y no la necesitas, o no la quieres, pues no te preocupes, que aquí estaré para cuando la quieras aceptar…